"Bill, me pesa el Alma."
Esa frase atormentaba a Bill,
se la repetía constantemente,
era su mantra.
"Bill, me pesa el alma."
le decía ella ,
a lo que Bill contestaba:
"Tranquila Ingrid, se te pasará durmiendo"
y ya no decía más nada.
Nunca nada.
Después de tanto tiempo sin ella,
él la recordaba repitiéndose una y otra vez:
"Bill me pesa el Alma"
Así el filosofo se torturaba...
Bill Realmente la amaba,
aunque no supiera escucharla...